domingo, 25 de septiembre de 2011

Hija, te presento a tu novio



La tele es un cajón del demonio que poco más aporta a nuestras vidas más que dejarnos atontaos. Una vez dicho esto, qué risa es ver la tele y reír y reír con el encefalograma plano.


Ayer pasamos un día de absoluta paz y amor en compañía. Tuvimos a un querido invitado, al que cuidamos con cariño, pollo empanado y sesión de horas de absurdeces de la MTV. Qué buen rato pasamos. Cuánto adolescente suelto hay y cuántas cosas tienen que contar.


Me hace mucha gracia el programa ese en el que los padres están hasta el **ñ* del novio o la novia de sus hijos. Suele ser un novio o una novia que se tira eructos y pedos, que insulta a sus parejas y a los padres de ésta, que hace ruidos raros al reír o que repite una y otra vez al hablar "mother fucker", por poner un ejemplo fácil. Unas joyas persas. Los padres, para quitarselos de encima, hacen un pequeño casting y llevan a casa lo mejorcito que encuentran, para organizar una cita y que el hijo o la hija en cuestión decida con quién se queda. La mayoría termina con la joya persa que ya tenían en casa, pero es sorprendente la de veces que da un giro la historia y eligen al nuevo novio. Ahí, arriesgándose a muerte y metiendo a otra joyita, pero desconocida, que es lo que suele pasar. Es genial.


Pero mi preferido, sin duda, es el de Cita con Mamá. Ese sí que mola. Un chico quiere encontrar novieta y las candidatas mandan a sus madres para que tengan una cita con el chico. El chico no conoce a las candidatas. Las candidatas no conocen al chico. Y el chico elige a una ganadora dependiendo de la cita que haya tenido con la madre de la niña. Un caos.


Me imagino a mi madre participando en esto y me meo toa. Seguro que tendría muchas posibilidades de ganar porque es estupenda. No es muy pechugona, eso sí. Y ahí perderíamos puntos ya que es básicamente con lo que se quedan los chicos de la MTV, con que la genética vaya a su favor, pero ganaríamos puntos por otro lado, seguro. Me la imagino diciendo de mi que tengo pómulos fantásticos pero que tengo mal genio. Madre mia, madre mia, es que la estoy viendo. Seguro que se reiría mogollón y lo pasaría pipa, que a mi madre le encanta una buena juerga, y al despedirse diría, con cierta solemnidad, que debería elegirme a mi, que merezco mucho la pena. Que no sólo Cari Lapique sabe presumir de hijas...


Imagínate si te toca esta, que seguro que es muy maja y todo, pero en lo que se refiere a sacar castañas del fuego, como que poco.



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un Bloody Mary, por favor



Hace unos días leí una noticia estremecedora a la par que absurda. Un anciano había sido violentamente atacado por una chica, asistente en una clínica dental, jajaja, que se lanzó literalmente a su cuello al grito vikingo de "soy una vampiresa y te voy a devoraaaaar." Imagínate qué susto. Después de los sudores fríos, el forcejeo y el dolor de los mordiscos, que algo pilló la tía cabrona, el pobre señor escapó dejando atrás a una loca medio en bolas, empapada de su sangre, correteando calle abajo. Qué imagen más underground, qué fuerte todo y qué risas se va a echar el viejo con sus nietos adolescentes cuando se recupere del todo y haya pasado un tiempo. 


¿Qué le pasa a la peña en Estados Unidos? Porque, por supuesto, estas cosas sólo ocurren en  Estados Unidos, gracias a dios por otro lado. 


Tengo dos teorías:


1.) La primera, mucho más fiable y mucho más aburrida: 


Los americanos, sencillamente, son más creativos y peliculeros a la hora de que se les vaya la olla. Como en todo, lo hacen a lo grande, con espectáculo. Quizás la alimentación alta en grasas les hace propensos a este tipo de cosas sin sentido por obstrucción de arterias y falta de riego sanguíneo en el lóbulo occipital superior, donde se crean todas las fantasías asesinas, como sabe todo el mundo.


2.) La segunda, solo apta para los que quieren saber la verdad:


Nos están ocultando información. En el fondo de todo esto se está cociendo un inframundo lleno de vampiros, hombres lobos, zombies, espectros del bosque, incluso unicornios que nos esconden porque, de momento, no saben ni cómo cogerlo por los cuernos. Un algo en plan Area 55 donde tienen encerrados a todo tipo de monstruos del día y de la noche. Un algo que antes o después saldrá a la luz y que nos hará compartir mesa en el Vips y Bloody Marys en el Boadas. Porque todos somos seres creados con el mismo amor, como bien se sabe en Crepúsculo...


Tiempo al tiempo y atentos a las noticias.

sábado, 17 de septiembre de 2011

En cuestión de minutos

Hay que pensarlo poco, porque si lo piensas mucho quizás te vuelves loco, pero hay que pensarlo al menos un poco, de vez en cuando. La vida puede cambiar de rumbo en cuestión de segundos. Digamos minutos para ser quizás más exactos. 


En minutos uno puede tener una conversación desastrosa que rompa el vinculo entre personas u otra maravillosa que las una para el resto de los días. En minutos se pueden ganar millones jugando a los dados y dedicarte a vivir en la playa y ser rubio el resto de los días. En minutos se enciende la vida o se apaga. En minutos pasan cosas, buenas y malas.


Comparto tiempo de cigarro con uno de los jefes de retoque de imágenes. Tiene, digamos, unos 55 años. Enciende su purito con la mano izquierda y lo sujeta con lo que le queda de la derecha. Nos conocemos desde el principio, pero nunca he sabido qué le pasó. El otro día le pregunté por su hijo y me contó que estaba trabajando en una imprenta "aquí al lado, donde tuve el accidente". Me contó que era verano, "el 26 de agosto", que estaba cubriendo un puesto que no le correspondía porque los demás estaban de vacaciones. Llevaba toda la mañana cortando los pliegos de las revistas y, en una de esas, la guillotina le alcanzó la mano. Un segundo de error, un minuto atrapado, toda la vida del revés. "Y no quedaba nada para irnos a comer..."


Han pasado 25 años de esto. Más de un año de baja y un número mucho mayor de operaciones. El otro día me lo contaba melancólico, con resignación, pero también con espíritu positivo porque "si no, no hubiera aprendido este nuevo oficio que me gusta tanto". Aun, el cabrón, tiene humor para contar que tiene un implante, para poder hacer pinza, "que no huele a queso aunque sea de un dedo del pie". Te cagas.


En minutos se puede escuchar una historia que te haga valorar la suerte que tienes y te recuerde que la vida cambia en cuestión de minutos. Así que..., a disfrutarla.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Mamá nos complica la vida


Hay pelis que marcan en la vida. Sobretodo las de la infancia. De pequeñas, mi hermana Elena y yo, que Marina andaba más ocupada suspirando por Rick Astley y Michael Jackson, podíamos pasarnos tardes enteras viendo la misma peli una y otra vez. Quizás exagero, pero lo recuerdo de esta manera. 


Nuestros hits, sin contar las Spielberg, claro, eran Siete Novias para Siete Hermanos, Un Cadáver a los Postres (esta a Marina también le chiflaba y nos descojonábamos juntas) y Mamá nos complica la vida.


Recuerdo cuando vivíamos en la otra casa, la moqueta verde y las faldas de la mesa con tréboles. Debíamos ser bien pequeñas y sería de las primeras veces que nos dejaban solas por la noche. Mi madre estaba ya arreglada para ir a cenar, guapísima, pero antes de salir nos aconsejó, bastante entusiasmada, que viéramos la peli que iban a poner esa noche, en la 1 o en la 2. Mamá nos complica la vida, de Vicente Minelli. Arriesgado título para recomendar a unas hijas.


Hoy por hoy sigue siendo una de mis películas favoritas. Porque me llena de recuerdos muy agradables y porque me sigue haciendo reir como una pava. Me encanta la casa, me encantan los vestidos de la madre, me encanta lo finos que son todos, me encantan Lord y Lady Broadbent y Señorita Jane Broadbent. Me descojono con Rex Harrison y Kay Kendall. Y me he muerto de la pena al saber hoy que, a raíz de esta película, Rex Harrison y Kay Kendall se enamoraron. Se casaron y a los dos años ella murió de leucemia con solo 33 años. 




Él ya estaba casado con otra mujer. Y pactó con ella este tiempo para poder cuidar de la actriz y acompañarla hasta el final.