lunes, 13 de junio de 2011

Del odio al amor hay un paso



A veces se juzga hasta el fondo sin conocer a las personas. Alegremente, sin piedad, sin corazón, sin lógica. Cuando se hace con seres reales o cercanos es una buena metedura de pata. Se incline hacia donde se incline la balanza. Estas cosas no se pueden hacer a la ligera y hay que pensarlas y valorarlas un poquito antes de abrir la boca o bocaza. Pero cuando a quien estás juzgando no le conoces de absolutamente nada más que por verlo en la tele o las revistas, se convierte en un deporte que me encanta. Aunque sano-sano no sea. Qué mas da, es sin mala baba...


Odio con todas mis fuerzas a Gloria Estefan, a Marc Anthony, al pack Marc Anthony y Jennifer Lopez (ella sola no me cae tan mal aunque diga muchas chorradas). A Sakira (aunque reconozco que últimamente me encanta el Waka-Waka y la de Loca-loca-loca...) a Pipi Estrada, a Guti. A Mario Picazo no le odio, pero me cae fatal. A Letizia Ortiz. A Angelina Jolie y su rollo buena-persona cuando es una roba-maridos. A Jennifer Aniston, su pelito colocadito y no superar ya de una vez lo de Brat Pitt que es guapo pero no pa tanto. A Brat Pitt por calzonazos. A Tom Cruise. A Sean Penn. A Scarlett Johansson ni te cuento. La lista podría ser eterna...


Quien siempre me ha caído guay, aunque parezca una ironía, es Tamara Falcó. Me encanta. Es tan graciosa, tan de verdad, tan increíble en sí misma que me alucina que luego, en el fondo, me parezca una tía maja. En serio, qué fuerte! Me iría con ellas de cañas, aunque sólo fuera un rato. Me parece buena chica. Quizás es que pienso en lo complicado y duro que debe ser tener una madre así. Que debe ser machacona, machacona, machacona y me hace sentir cierta ternura hacia su hija. Hay que ser buena persona y tener buen carácter y sentido del humor para aguantar a la Preysler. 


Total, que al final Tamara Falcó me cae guay por lo que odio a su madre, que cosas...

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